En mi segundo parto llegué a la semana 42 tras negarme varias veces a inducirme, finalmente me quedé ingresada y me pusieron prostaglandinas porque fue lo que yo pedí, a pesar de que me querían romper bolsa porque estaba muy pasada de tiempo…me lo pusieron y las contracciones ya empezaron a ser rítmicas, me moví todo lo que pude, bailaba, mis caderas solo querían libertad…pasé a paritorio con 3 cm y bolsa intacta, en 10 minutos y contracciones intensas la bolsa rompió y la cabeza de mi hijo asomó, estaba de pie, sostenida en el cuello de mi marido, con cada contracción iba a cuclillas apoyándome en él, querían que me pusiese en litotomia, pero yo me quise poner a 4 patas y así me subí a la camilla y en 2 contracciones mi hijo estaba con nosotros, parto intenso, sin epidural pero maravilloso, sentir cada empuje suyo, para estar más cerca físicamente. Brutal
Mi tercer parto fue la reconciliación completa con mi lado animal, con mi poder de mujer y con los partos, me puse de parto por rotura de bolsa en casa, sin contracciones, me bañé con calma, mandé a mi marido a buscar sabanillas para el coche, besé a mis hijos los mayores (6 y 4 años) eran las 3:10 a.m hacia una hora que había roto bolsa y empezaban las contracciones, rítmicas, respirando con cada una de ellas, lenta, respetándome lo que quería hacer…
Cuando llegamos al hospital a las 3:50 am yo seguía bailando, me valora un matron maravilloso y me dice que 5 cm y que esto va a ser rápido, le pregunto si él me va a atender y dice que no, que él solo está en urgencias, cuando pasemos a paritorio vendrá mi matrona, le digo si vamos ya, mientras sigo bailando agarrada a la cama y respirando, conectando con el “planeta parto” en cada contracción.
Mi marido me acompaña, a mi lado, siempre, en los 3, dándome la mano…el matrón dice que se va a dar una “vuelta” y que ahora vuelve para irnos a paritorio, en unos minutos, las contracciones son más intensa, rápidas y poderosas, me siento fuerte, respiro, puedo hacerlo, y ya siento que quiero empujar, allí de pie, avisamos al matrón, llega, y me dice, vale tranquila, lo estás haciendo genial, nos vamos a paritorio, quieres ir en silla de ruedas?
Nooo, quiero seguir caminando, mi marido me agarra la mano derecha, mi matrón la izquierda, una contracción, me paro, está aquí, lo siento, mi matrón (Alberto) me dice tranquila, lo estás haciendo genial, da gusto verte, súper bien, seguimos caminando? Sí, seguimos, dos pasos más y otra contracción, está aquí, le toca la cabeza allí de pie, aro de fuego; muy bien Isa, lo estás haciendo genial me dice Alberto, ya estamos más cerca, ¿seguimos? siii, otros 2 pasos y otra contracción y esta es la definitiva, ahí digo que no puedo seguir, me agacho, Alberto se agacha y acto seguido nace mi hijo, él lo recoge, sin ni siquiera guantes, todo el mundo corre y pide una camilla y Alberto dice: tranquilos, solo ha nacido un bebé que quiere estar con su madre, me lo da y allí de pie, en medio del pasillo, rodeada de mucha gente atónita, yo solo puedo verle a él, mi 3 bebé y veo a mi marido emocionado; lo he conseguido grito para mis adentros!!!
Fue un parto maravilloso, animal, reconciliador, todo lo bonito que pueda ser y gracias a mi marido y a mi matrón, que me sostuvieron, me acompañaron y me dieron alas en esos momentos, pude sentir lo más maravilloso que hasta ahora me ha pasado en la vida, 3 veces, 3 partos distintos, 3 vidas y momentos imborrables.
Después Alberto me visitó y me dijo que él sabía que no llegaríamos a paritorio, pero que me veía tan confiada y fuerte, que solo tuvo que acompañarme y que ojalá, me hubiese grabado, porque estos partos tienen que ser visibles, conocidos para que las mujeres se den cuenta que ellas pueden hacer algo tan brutal como lo que tú has hecho.
Gracias Alberto, gracias a mi marido y gracias a mis hijos, hoy soy lo que soy, por todo lo vivido y me siento intensamente orgullosa
Gracias por dar visibilidad a estos encuentros de vida.