Sobre las 8 de la mañana me levanté con dolores (tipo regla) y empezaba a perder algo de sangre. La noche anterior ya notaba que algo pasaba porque me notaba «mojada», aunque no como para pensar que había roto la bolsa.
A las 10 de la mañana nos fuimos para el hospital donde lo que más valoro y destaco fue la tranquilidad que vivimos ya que, casualmente, no había nadie esperando, y a las 20 minutos de llegar ya estaba en paritorio. La zona de paritorios estaba también muy tranquila, así que es una de las cosas que más destaco y que me hacen tener tan buen recuerdo del momento: la tranquilidad que vivimos.
Decidí poner la epidural dado que los dolores, hasta el momento, eran más o menos soportables, pero no sabía cuánto más se incrementarían ni cuánto durarían. El resto de la mañana fue bien, la matrona me acompañó de una manera estupenda en todo momento.
Los pujos no funcionaban y se hizo algo largo por este tema, y es que el bebé traía tres vueltas de cordón que no le dejaban avanzar. A las 16.40 horas nacía mi niño, sin ninguna dificultad. No tuve desgarro, episiotomía ni nada reseñable.