El parto de Pilar

Todo empezó a las 8 de la mañana, cuando empecé a notar unas molestias que no había sentido hasta el momento: era un dolorcillo, como de regla un poco intenso, que duraba un poquito, se marchaba y volvía a los 10 minutos.

Estaba de 38 semanas y sabía que estaba de parto. Avisé a mi matrona y nos fuimos al hospital. Una vez en la sala de dilatación, me dejaron estar a mi aire y mover mi cuerpo libremente según me pedía, yo quería hacer infinitos con las caderas, charlar con mi madre y respirar en paz en cada contracción.

Cada contracción era una menos que quedaba para ver a mi bebé y pensar eso me relajaba, me ayudaba y me motivaba.

A las 15h mi matrona me dijo que ya estaba de 10 cm y que íbamos al paritorio. No eran nervios, era felicidad, por fin iba a conocer a mi bebé. Fueron unos cuantos pujos y ya asomaba la cabecita. Mi marido pudo verle su pelito, esa imagen jamás la olvidará. Cogidos de la mano, fuertemente transmitiendome todo su amor, un pujo más y la matrona me mostró a mi bebé: «Aquí está tu pequeña» y esa imagen es la más bella, la más pura y la más inocente que he visto antes.

Cogerla en brazos, olerla, sentirla… la experiencia más maravillosa que he vivido. Tuve un parto maravilloso.

Mi segundo parto fue inducido por motivos de salud míos, fue en la semana 37 y el relato es igual, tan maravilloso como el primero. Conocí al segundo amor de mi vida, a mi princesa pequeña.

Mi consejo es: llega al parto sin miedo, es un proceso natural, estamos preparadas para ello, escucha a tu cuerpo porque sabe perfectamente lo que tiene que hacer… y disfrútalo porque es hermoso.